viernes, 30 de noviembre de 2007
Sv alteza princesa gato es lesbiana sí o no???
no pues, nomás entré a ver por qué te la traes con Ginita y que no dejas de joder a la banda completa de ravers pero bueno, te leí en relatos fantásticos y hasta voté por ti pero mira: pinche provinciana fea, la vampi no miente: estás fea, eso es todo, estás fea, eres fea, estás gorda y encima eres EMO. En resumen: eres un asco, das asco, te vomito, soy heterosexual y estás fea, mis amigos gays dicen que estás fea aunque seas marimacha, y mis amigas lesbianas nomás te sacaron la lengua. Por más que te esfuerces en escribir bien, tus fotos jamás estarán en el iPod de nadie, ni estarán en foros de otros países, ni tendrás fans que tocan en un escenario. La babosa eres tú, y sí, estás muy MUY gorda para ser emo, y ni siquiera estás gorda, estás lonjuda, asquerosa, será la falta de sexo. Fea estás apenas si lo justo. Ni modo, machorra o no estás fea, punto. Gina dice que no hay mujer fea, así que seguro eres travesti o algo así haha. Acéptalo y tal vez se te baje un poco la frustración, deja de estar jodiendo a la Gina, no sabes lo fácil que es destruir un blog de blogger???Gracias por el aviso banda, si se trata de chingar ya saben que los BABOSOS RAVEROS estamos para chingar emos, pero que estén bonitos, no como esta fea. "Gabriela alegria sv alteza" pensar que alguna vez te leí. Cómo no vas a terminar peda si de seguro sólo así..........????? ya sabes, de noche TODAS LAS GATAS SON PARDAS. La neta no entiendo que tu "novio" acepte que te gusten las viejas y que acoses a alguien que es mucho más linda bonita talentosa simpática etcétera etcétera no termino de decirlo sólo ve tu foto y ve cualquiera de ella.Das asco, Gabriela alegria sv altezaFilth: Gracias por avisarme de esta mamona. Ya deja de estar chateando. Está de huevos el sampleo del club de la pelea
lunes, 17 de septiembre de 2007
sábado, 15 de septiembre de 2007
El hada
El Hada
Jéssica de la Portilla Montaño
Hace varios años encontré un hada en mi jardín. Dijo que era un hada del amor, que me traería buena suerte, que sólo tenía que hacerme cargo de ella mientras pasaba el invierno. Acepté. Pensé que sería sencillo, como cuidar de una catarina o de una luciérnaga. Le mostré una cajita dorada con forro de terciopelo, pero ella prefirió habitar un frasco de mermelada de fresa. Cumplí su deseo. La dejé en un recipiente que en realidad parecía una burbuja sin tapa. La cubrí con hojas de manzanilla para darle calor. Cada mañana la veía limpiar sus cuatro alas con infinito cuidado. Por las noches me contaba historias sobre sirenas y otros seres desconocidos. El hada no abandonó su nuevo hogar ni un solo instante. Los primeros días se alimentó con pétalos de rosas que yo le daba, pero de pronto dejó de prestarles atención. Ya no se limpiaba por las mañanas; sus alas se cubrieron con un fino polvo plateado. El hada comenzó a entonar canciones tristes por las noches, canciones que me hacían tener sueños tristes también. El hada iba perdiendo color. Sus alas rosa y azul tornasol se volvieron blancas. Pensé que el invierno era el culpable de que mi hada se fuese volviendo cada vez más transparente, pero justo el día antes de que comenzara la primavera vi que mi hada estaba muerta. Utilizó una telaraña como soga, se la ató al cuello y apretó el minúsculo nudo corredizo mientras yo dormía. Miré al hada. Ella yacía inmóvil en el fondo de un frasco de mermelada de fresa. Yo no sabía que tenía que cuidarla de ella misma... De sus ojos en blanco brotaban lágrimas que el aire volvía cristal y que el piso rompió al estrellarse contra ellas. Le arranqué las alas poco a poco para conservar al menos un recuerdo de ella y enterré a mi hada en el jardín, bajo un arbusto marchito, justo en el mismo lugar donde la había encontrado tan pocos meses atrás. El día que mi hada murió, dejé de creer en fantasías. Las hadas no existen. Jamás volví a encontrarme otra.
Jéssica de la Portilla Montaño
Hace varios años encontré un hada en mi jardín. Dijo que era un hada del amor, que me traería buena suerte, que sólo tenía que hacerme cargo de ella mientras pasaba el invierno. Acepté. Pensé que sería sencillo, como cuidar de una catarina o de una luciérnaga. Le mostré una cajita dorada con forro de terciopelo, pero ella prefirió habitar un frasco de mermelada de fresa. Cumplí su deseo. La dejé en un recipiente que en realidad parecía una burbuja sin tapa. La cubrí con hojas de manzanilla para darle calor. Cada mañana la veía limpiar sus cuatro alas con infinito cuidado. Por las noches me contaba historias sobre sirenas y otros seres desconocidos. El hada no abandonó su nuevo hogar ni un solo instante. Los primeros días se alimentó con pétalos de rosas que yo le daba, pero de pronto dejó de prestarles atención. Ya no se limpiaba por las mañanas; sus alas se cubrieron con un fino polvo plateado. El hada comenzó a entonar canciones tristes por las noches, canciones que me hacían tener sueños tristes también. El hada iba perdiendo color. Sus alas rosa y azul tornasol se volvieron blancas. Pensé que el invierno era el culpable de que mi hada se fuese volviendo cada vez más transparente, pero justo el día antes de que comenzara la primavera vi que mi hada estaba muerta. Utilizó una telaraña como soga, se la ató al cuello y apretó el minúsculo nudo corredizo mientras yo dormía. Miré al hada. Ella yacía inmóvil en el fondo de un frasco de mermelada de fresa. Yo no sabía que tenía que cuidarla de ella misma... De sus ojos en blanco brotaban lágrimas que el aire volvía cristal y que el piso rompió al estrellarse contra ellas. Le arranqué las alas poco a poco para conservar al menos un recuerdo de ella y enterré a mi hada en el jardín, bajo un arbusto marchito, justo en el mismo lugar donde la había encontrado tan pocos meses atrás. El día que mi hada murió, dejé de creer en fantasías. Las hadas no existen. Jamás volví a encontrarme otra.
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